Recordándote Henry…

08 feb 2014 Tags: ,

 

Hace algunos meses, al escribir este blog por primera vez, comenté que iríamos proponiendo artículos según los acontecimientos, los eventos, las cosas interesantes del momento.
Como siempre, en este mundo tan rápido que nos arrastra sin contemplaciones, los meses han pasado y hemos escrito cosas y muchas otras no.

Pero hoy, me impongo sentarme a reflexionar sobre lo que significa vivir en este mundo tan veloz y en donde la inmediatez y la instantaneidad te agreden con fuerza.

Me enteraba antes de ayer, a través de un Twitter que mi querido amigo Enrique Alcat fallecía en Madrid a los 51 años.

¡Qué impacto! ¡Qué terrible noticia para recibirla así a través de una red social!

La incredulidad se apoderaba de mí, la espantosa crónica me pareció por un instante una broma de muy mal gusto.

Las redes son tan veloces que incluso se habían adelantado a  los amigos que luego me llamarían para contármelo.

Me cuestiono si no se nos estará yendo de las manos esto de usar el whatsapp, el twitter el FB, cuando inclusive una noticia tan escalofriante te llega sin tener en cuenta al ser humano, el que ha fallecido y el que recibe la noticia.
Me pregunto qué pensarías Henry si supieras que me enterado así, que muchas de las personas que te hemos querido y respetado lo hemos sabido de una forma tan fría e irreverente.

Por un lado, que maravilla que se pueda escribir una frase, una palabra o una noticia e instantáneamente llegue a cualquier lugar del mundo, pero por otro, ¿no estaremos exagerando cuando muchos de los acontecimiento de nuestras vidas, las alegrías, las penas, los momentos importantes, se reproducen y se divulgan en las redes dejando de lado la proximidad que te aporta el contacto con otro ser humano?

Me digo si en el fondo no es sólo expresión de la soledad que hoy como nunca vive la sociedad y el ser humano. Esa exigencia de compartir minutos y minutos de nuestras vidas aunque sea con personas que realmente no conocen nada de ti.

Mi mismo desahogo de ahora, volará por las redes veloz, poniendo al descubierto el dolor que hace algunos años sólo hubiese compartido en la intimidad.
¿Por qué lo hago diréis? Porque Henry se lo merece. Se merece que yo escriba estas palabras para aquellos que como yo pudieron disfrutarle y para que, aquellos que no tuvieron esa suerte, sepan que bella persona era.

Un mensaje por Whatsapp, como no, fue lo último que me unió a ti Henry, el domingo, antes del triste desenlace. ¡Cómo me la has jugado! ¡Qué fácil contar lo que se quiere cuando no puedes mirarle a los ojos al otro!

Tú que has sido un gran maestro de la comunicación, cómo me tuviste engañada en estos meses, nunca me dijiste la verdad. No te preocupes Lore, me decías…

Que sepas Henry, si puedes oírme desde allí, que no te lo reprocho. Querías irte a tu manera y por eso te respeto y quiero aún más, porque has vivido y te has marchado como a ti te ha dado la gana. Tengo la certeza que has sido feliz y eso es lo que ahora mismo más me importa aunque, hubiese querido que tu vida fuera mucho más larga para que disfrutaras de esa felicidad y nosotros tuviéramos la alegría de compartirla contigo.
Has sido muy valiente y me dejas una enseñanza de vida que siempre llevaré conmigo.

Nosotros que hemos compartido miles de minutos en llamadas y mensajes interminables, obligados por la distancia geográfica, en las cuales, mi querido amigo, me escuchabas, alentabas, me dabas fuerza y, con tu discreción y elegancia me dabas cariño y todos esos consejos que sólo alguien que te quiere como un hermano mayor, sabe darte.

Has estado en momentos muy duros de la vida, Henry,  y me has dado el empujón necesario para emprender nuevos caminos, llevándome del pasado sólo lo bueno. Siempre me has alentado a conservar mi esencia, esa pasión que guía mi caminar, ese sol que llevo dentro a pesar de todas las nubes que he tenido en la vida, como a todos, por largas estaciones.

También has compartido muchos buenos momentos, muchas alegrías, y yo las tuyas. Recuerdo conferencias, premios, risas, comidas, encuentros para ponernos al día. Nuestra última comida en el Café Saigón, nuestro último encuentro en la presentación del libro de mi amigo Francisco Alcaide.

Me decías: ¡Tú nunca cambias Lore, nunca te vas…tu siempre estás! Cuando nos quejábamos de cuántos intereses y falsedades a veces hay en las relaciones laborales y humanas.
Tú tampoco nunca te fuiste y nunca cambió el cariño que me brindaste desde el primer día que te conocí, hace ya unos cuantos años.

Pero ahora, ¡menuda jugada me has hecho!

A ti sin duda debo el paso por el IE, ese paso que ha cambiado muchas cosas en mi forma de ver el futuro.

Aún no me creo que me dejes en la estacada en ese bello proyecto que tengo en marcha, en el cual tú por supuesto tenías un espacio como amigo primero y como profesional después.
Cuándo vea la luz, en el firmamento de ese sueño hecho realidad, faltará tu estrella y por eso nunca será lo mismo. Es como si a ese proyecto “5 estrellas”, se le hubiese quitado algo de brillo, el brillo de tu luz.
Pero es cierto que, saber que ya no estás, me empuja aún más a terminar lo empezado, para que cuándo ese día me mires desde arriba pienses: “te lo había dicho Lore que tu valías y lo conseguirías”. Palabras que incesantemente me has repetido una y otra vez en estos años, cuando en nuestras conversaciones te decía a veces que vagaba sin rumbo y que me sentía algo perdida.

No quiero alargarme más Henry, el resto te lo diré desde el rincón favorito de mi hogar, para que, en mi recogimiento te brinde las palabras más sinceras e íntimas que sólo tú mereces escuchar, lejos de las redes y de la dureza de esos mensajes instantáneos y fríos que tanto duelen a veces.

Sirva éste escrito de reflexión, para mí la primera, para que nos comprometamos a intensificar más las relaciones humanas, prometamos mirar más a los ojos a las personas que queremos, a no dejarnos atropellar por la velocidad de la vida en la cual estamos todos sumidos, para alejarnos un poco del mundo virtual del cual ya somos esclavos.
Jurar vivir plenamente y no dejar para mañana lo que realmente queremos decir hoy. Vivir la vida como verdaderamente la queremos vivir.

Cierro, con una bella frase de mi hijo, un pequeño sabio de 9 años que hace pocos minutos me decía: “Mamma, recuerda a Henry sólo en los momentos felices, y aunque te emociones, te llevarás sólo lo mejor!

Así te voy a recordar Henry, en los momentos felices.

¡Hasta siempre amigo!

Henry_yo

 

 

 

 

Loredana Vitale
Vitalissima Inter-Trading S.L.
Socia Directora